El frigorífico de Máximo Paz gestionado por los propios trabajadores. La historia desde la fundación, la toma, hasta la puesta en producción. Actualmente son más de 150 familias que sostienen su fuente laboral.

El frigorífico se encuentran en el predio que poseen sobre calle Pereda 975, Máximo Paz, Cañuelas.

Allí también funciona la sede del destacamento de Bomberos Voluntarios, la brigada multipropósito y otro sector es tierra trabajada por la Unión Trabajadores de la Tierra (UTT). 

Además se encuentra la carnicería en funcionamiento todos los días de la semana, con venta directa a vecinos del distrito.

La historia de los trabajadores que se animaron a ir más allá y tomaron el destino en sus manos, la perspectiva de la toma y puesta en producción, bajo control obrero.

En 1968 la familia Piczman fundó el Frigorífico Máximo Paz S.A. junto al peladero de aves, la sebería y la fábrica de productos químicos, fue la fuente laboral clásica de los vecinos de Máximo Paz. 

Sin embargo, muy lejos de mantener la estabilidad laboral, la precarización y la inestabilidad siempre fueron la norma del frigorífico, y el sometimiento a condiciones de explotación laboral era la condición básica para trabajar.

De esta manera la familia Piczman amasó jugosas ganancias a lo largo de tres décadas. Claro está que para esto la patronal realizó maniobras de todo tipo. Faena en negro, evasión, atropellos, allanamientos, clausuras, despidos y cambios de directorio con presidencias de trabajadores engañados.

La patronal realizó una serie de quiebras:

La primera fue en 1998, en pleno menemismo. 

Le siguió una segunda quiebra desde diciembre del 2000 a mediados del 2001.

La última el 3 diciembre de 2003, ya durante el gobierno de Néstor Kirchner.

Durante las sucesivas quiebras, los trabajadores fueron discutiendo diferentes alternativas y acumulando experiencia en el accionar de la patronal. 
Ya en la tercera quiebra, mediante discusiones en asamblea, los trabajadores determinan ocupar el frigorífico.

No pudieron organizar la defensa de la planta ante el desguace de la patronal. Ya no tenían las máquinas fundamentales, pero el inmueble y las instalaciones eran suyos.

De la toma a la puesta en producción:
Una vez dentro del frigorífico, se abría otra etapa en la historia de Frigocarne Sin Patrón. Equipar el frigorífico y lograr entrar en el circuito productivo comercial de la industria cárnica no sería tarea sencilla. En esto se fueron cuatro años hasta la primera faena.

En primer lugar, mediante movilizaciones lograron ayuda económica estatal no reembolsable para maquinaria, pintura, materiales de construcción, etc. Pero lo más difícil sería lograr los permisos de producción y comercialización. 

Claramente las instituciones que regulan estos aspectos están colonizadas por los sectores patronales que dominan la industria cárnica, muchos nucleados en la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Federación Agraria. A la burguesía agroganadera no le hacía mucha gracia darle permisos a quienes habían echado a los patrones.

Tuvieron que resolver contradicciones con ADA (Autoridad del Agua) y SENASA para la habilitación fitosanitaria, y con la ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario) para la inscripción como matarife abastecedor y poder comercializar. 

En este último caso, tuvieron que constituirse como sociedad anónima, ya que su figura de cooperativa no los habilitaba legalmente para acceder al permiso. Así se inscribieron como FRICARNESPAT S.A. (Frigorífico de Carnes Sin Patrón).

Finalmente, a fines del 2007 estaban en condiciones para salir al mercado. Desde el 2013 faenan como Cooperativa Frigocarne. La gestión llevada a delante por sus propios trabajadores.

Actualmente son alrededor de 150 trabajadores, con una asamblea mensual obligatoria y asambleas extraordinarias periódicas ante cualquier necesidad van resolviendo el día a día. 

Desde que todos los trabajadores cobren lo mismo, a diferenciar según tareas. Desde cursos de formación sobre economía, hasta huertas comunitarias en las instalaciones. 

La gestión obrera repercute también en el medio ambiente, las piletas anaeróbicas se encontraban completamente abandonadas. Pero para los trabajadores que viven en los alrededores es de suma importancia. 

Más allá del brutal ajuste, dentro de los marcos del capitalismo la cooperativa debe competir en desventaja contra los grandes frigoríficos y la burguesía ganadera. 

Por eso, la experiencia de los compañeros de Frigocarne es importante retomarla, siendo conscientes de que la plena liberación de los trabajadores se dará en los marcos de una economía planificada, que no esté sometida a la salvaje competencia del libre mercado y asegure el abastecimiento material a toda la población. 

Frigocarne Sin Patrón incentiva a todos los trabajadores a organizarse y luchar por la defensa de los puestos de trabajo.